miércoles, 25 de junio de 2025

Haciendo trueque con mi cuerpo y mi salud mental.

 

El derecho a la vivienda, la meritocracia, patriarcado y desinformación.


Quiero aclarar antes de explayarme, que toda mi perspectiva abarca desde lo personal hasta la información que consumo día a día.  

Como relaté en mi entrada anterior, mi temprana relación con el trabajo y la decepción temprana de la meritocracia tuve que posponerla en su momento para afrontar otra situación que estaba atravesando (pero igual de conectada): la falta de vivienda. Al no tener un grupo de contención, ni amigas, ni gente cercana, me aferre a mi pareja de ese entonces y comenzó el trueque de mi cuerpo y mi salud mental a cambio de un techo y un plato de comida todos los días.

Siempre pienso que mis antepasadas familiares fueron mas devotas, al recibir un techo y un plato de comida de parte de sus parejas (por tener más accesibilidad económica por un mismo sistema que les brinda todo) pensaron que tenían el deber de responderles, más allá como esclava de la servidumbre y sexual, brindándoles hijxs, sin hablar de la desinformación de los cuerpos gestantes

No estamos alejados de la generación que se casaban con niñas en la Argentina, mi abuela es de los 50s y se casó a los 15 años para irse de su casa, mi mamá es de los 70s y se casó a los 16 para ir a un recital de Soda Stereo... y porque estaba embarazada.  

Y ahora me encontraba cumpliendo ese linaje familiar y social a mis 18 años viviendo con mi pareja en una casa que sus padres le brindaron. En ese entonces trabajaba en una fabrica de caramelos todo el día para luego llegar a "casa" a limpiar y cocinar, yo no quería eso para mi vida a mis 18 años, así que para escaparme de mi realidad comencé a beber mucho alcohol.  



martes, 17 de junio de 2025

Me encanta el ocio.

 ¿Cómo declarar la fatiga en un mundo capitalista?


Desde que tengo 13 años trabajo. Vengo de una familia de comerciantes y pasé mi adolescencia en un comercio de barrio. A la mañana iba al colegio, a la siesta dormía, dormía esas famosas siestas norteñas, en la que el silencio se apodera completamente en ese horario, para luego despertarme a las 17 Hs, abrir el negocio de mi familia hasta las 20 Hs que volvía mi madre a reemplazarme. 

Tenía una computadora con acceso a internet y me dejaban sacar dinero, así que no me molestaba abrir el negocio y despachar, teníamos una panadería y almacén, nos iba bien, era la época prospera del kirchnerismo, nunca lo noté como un trabajo pero si lo era. Con el dinero que ahorraba me compraba cd´s y ropa. Entré al mundo de remeras estampadas, me gastaba casi todos mis ahorros en remeras de bandas! Pantera, Megadeth, Metallica, V8, Hermetica, Iron Maiden, era una adolescente metalera.



 Pero a pesar de esto no notaba la violencia domestica de género que estaba recibiendo. Crecí y comencé a querer mi tiempo, a exigir un derecho sin saber que lo tenía. No podía planificar salidas a la tarde porque trabajaba ¡con 15 años! mientras mi hermano bebía cerveza en la vereda con sus amigos, yo refregaba los pisos del local todos los días.

 ¡Pero te ganas tu dinero! me decían ¡Todos tenemos que colaborar! me decían ¡Te estas preparando para ser responsable en tu vida adulta!. ¡Pero tengo 15 años! me robaron mi adolescencia, porque tampoco me dejaban salir por miedo a repetir el patrón de mi madre... embarazarme a temprana edad.

Lo más gracioso de todo esto es que fuí la única que terminé el secundario, la primera en el linaje de mi familia en terminar los estudios secundarios y nadie me lo agradeció, ni me lo reconocieron, era mi deber. A los 17 años me puse de novia y le pedí otro trabajo a mi abuelo, así que mi horario era el siguiente: de 7am a 13 pm iba al colegio, a las 14hs comenzaba a trabajar en el deposito del local, a las 17hs abría el negocio y cuando mi madre me cubría me iba a ver con mi novio hasta las 22 Hs que tenía permiso. La marihuana entró a mi vida gracias a él y el panorama cambió completamente.

Mi mamá me encontró marihuana y me corrió de casa. Todo el esfuerzo que me implementaron y obligaron a realizar para recibir sus frutos en el futuro, me lo arrebataron. Mi propia familia que me explotó toda la adolescencia me dejaba en la calle, con una caja de cds y los ojos llenos de lágrimas, tenía 18 años.